Rockdrigo, el Profeta del Nopal: A 40 años del sismo, su voz sigue sonando en la ciudad de hierro

Rodrigo González falleció en el terremoto del 19 de septiembre de 1985, convirtiéndose en leyenda y en el cronista musical definitivo de la vida urbana de la capital.

CIUDAD DE MÉXICO.- Han pasado cuatro décadas desde la mañana en que la Ciudad de México se fracturó, y entre los escombros de un edificio en la colonia Juárez, la vida de Rodrigo González, conocido como Rockdrigo, se apagó con tan solo 34 años. El sismo del 19 de septiembre de 1985 no solo se llevó miles de vidas, sino también al creador de un sonido único: el rock rupestre.

Nacido en Tampico, Tamaulipas, Rockdrigo llegó a la capital en los años 70 para convertirse en el cronista musical de la «monstruo de asfalto». Armado con su guitarra y una armónica, retrató con una honestidad brutal y poética la vida cotidiana de millones: los viajes en metro, la soledad en la multitud, la búsqueda de trabajo y los amores de banqueta.

Fue el principal promotor del Colectivo Rupestre, un movimiento de artistas que, como él, apostaban por letras directas y sonidos crudos, alejados del glamour y más cercanos al sentir de la calle. En vida, solo grabó y distribuyó de mano en mano un casete casero titulado «Hurbanistorias» (1984), una joya que hoy es considerada una pieza de culto y el manifiesto de su sonido.

Canciones como «No tengo tiempo (de cambiar mi vida)»«Asalto chido» y, por supuesto, la icónica «Estación del Metro Balderas», se convirtieron en himnos para una generación que no se veía representada en la música comercial.

Su trágica muerte lo convirtió en un mito. La figura del «Profeta del Nopal», como él mismo se apodaba, creció hasta volverse un símbolo de la contracultura mexicana. Su legado es tan tangible que una estatua de bronce, forjada con miles de llaves donadas por sus seguidores, lo inmortaliza en la misma estación de metro que él hizo famosa.

A 40 años de su partida, las «hurbanistorias» de Rockdrigo González siguen vigentes, recordándonos que el arte más profundo a menudo nace de las grietas del concreto.

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