Por José Miranda
Se nos pide a menudo, casi como un juego de salón, que nombremos las «meores» canciones de la historia. Es una trampa. No existe tal cosa como una lista objetiva, un podio universal tallado en piedra. La música, y en especial el rock, no funciona así. En lugar de una lista, lo que realmente tenemos es un mapa del alma, un testamento sonoro que traza las coordenadas de nuestra propia existencia.
Mis coordenadas son cuatro. Cuatro himnos que, a primera vista, parecen habitar planetas distintos, pero que para mí forman una sola galaxia. No son solo canciones; son los pilares sobre los que se sostiene mi comprensión del ruido, la furia y la belleza.
El Origen: Canned Heat – «Refried Boogie»
Todo empieza aquí, en el pantano primordial. Antes de los estadios, de las chaquetas de cuero y de las complejas mitologías, estaba el blues. Y «Refried Boogie» no es una canción de blues, es el blues en su estado más puro y expansivo…
La Tragedia Épica: Deep Purple – «Child in Time»
Si Canned Heat es la tierra, Deep Purple es el cielo tormentoso. «Child in Time» es una ópera de diez minutos sobre la Guerra Fría y la inocencia perdida…
La Rebelión de Acero: Black Sabbath – «Children of the Grave»
Y de la tragedia pasamos a la guerra. Si Deep Purple lamentaba el estado del mundo, Black Sabbath le declaraba la guerra. «Children of the Grave» es el sonido de la revolución blindada…
El Refugio Íntimo: Hazel – «Una Mona para el Olvido»
Después de los titanes, después de las épicas globales y las declaraciones de guerra, el viaje debe volver a casa, al lugar más personal. Hazel. Para muchos, un nombre desconocido; para mí, el cierre perfecto de este testamento…
Este es mi mapa. Del blues expansivo al lamento íntimo, pasando por la tragedia y la rebelión. Estas cuatro canciones no son las mejores del mundo. Son algo mucho más importante: son mi mundo.